Filosofía

Me agrada leer, ya lo he comentado. Me gusta estar informado, y así no me gustara, por obligación debería estarlo, y lo veo más como una responsabilidad social más que profesional. Es decir, como ente civilizado veo la inexcusable necesidad de andar al tanto de los acontecimientos, pues así pienso puedo ser de mayor utilidad.

Aspiro a saber. Sí. Creo que en esta frase podría resumirse todo ese esfuerzo y ese enfoque. Supongo que no tiene nada de malo. Bien sea mediante la experiencia, es decir, mediante una construcción empírica progresiva, o bien a través de la teoría, que espero algún día verla aplicada a la práctica para demostrar su efectividad, o en dado caso la ausencia de la misma.

Es una explicación incompleta de lo que puede llegar a ser la postura de un individuo con respecto a ciertos temas. Se informa mediante algún medio que crea conveniente y luego construye una opinión. Algunos luego emiten una crítica, y dependiendo de la argumentación que elaboren entonces tendrá más o menos validez. Así es como funciona la creación del conocimiento, y de ahí parten todas las ciencias. Aprobación, refutación, prueba, error, veracidad, falsabilidad.

La filosofía, llamada románticamente la madre de todas las ciencias, es un hermoso saber. Recuerdo mucho mis años de adolecencia en los que literalmente devoraba cualquier tomo que se me atravesara, fuera clásico, moderno o contemporáneo. Siempre me agradó la propuesta de Rousseau, además de que le profeso una sincera admiración por intentar convertirse en lo que se conoce como «hombre renacentista» en principios de la era moderna.

En todo caso, leí, viví, y aún lo sigo haciendo, y mi postura es una cuestión que se encuentra en continua evolución, como la de todos los seres humanos. Algunos preceptos son más complicados de modificar, otros no tanto. Por ejemplo, el día de mañana podré cambiar de marca de pan por diferentes razones, pero encuentro imposible que abandone mi nacionalidad por alguna otra. Nunca se sabe el día de mañana dónde estaremos parados, eso sí es preciso decir.

Así, todos los seres humanos nos movemos en torno a la filosofía, pues razonamos, argumentamos y actuamos. La filosofía es una manta que nos cobija como seres racionales que somos (algunos más que otros, por supuesto) y nos baña bajo su luz. Involuntariamente accedemos día tras día al conocimiento a través de nuestros sentidos (como dicen las madres, «todos los días aprendes algo nuevo»).

Por eso me fastidia la actitud de muchas personas que me he encontrado a través de mi vida que da cierto aire de exclusividad a la filosofía, pero siempre resultan ser personas que, aunque han leído bastante, sus afirmaciones son simples anotaciones que hacen a determinados autores y sus argumentaciones resultan ser como un enorme castillo de naipes, pues no tienen una opinión particular al respecto de un tema.

Recuerdo una ocasión cuando un muchacho se comportaba de manera hipócrita y se portaba de manera convencionalista: sólo andaba con aquellos que le ofrecían mejores oportunidades laborales, o que se movían por círculos de elevada influencia. Cuando le pregunté del por qué de su actitud, me respondió que, así como Zaratustra falló en convencer a la gente de La Vaca de Muchos Colores, se tornó huraño y se juntaba sólo con animales. «Wow, interesante analogía», le respondí, «pero Zaratustra también odiaba a las tarántulas», apuntillé. «Qué extraño», respondió, «no estoy familiarizado con ese pasaje, pero pienso revisarlo, no te preocupes».

Ahí terminó la conversación. Nietzsche llamaba «tarántula» al oportunista y al tramposo, pero él pensó que se trataba de otro animal. Pero en fin, es no me importó tanto; al fin y al cabo no exijo de nadie que sea un compendio ambulante de escritos de filósofos. Sólo quería que me argumentara, y pudo haber tomado cualquier camino que viese conveniente (como otras veces lo hizo) para hacerlo, pero se cegó a sí mismo por ceñirse sólo a citas vacías y sin fundamento.

Ese tipo de «filósofos», los que se dan a sí mismo un aire de superioridad por creerse con determinadas habilidades argumentativas, son el verdadero peligro. Con ellos no se puede discutir. Son incapaces. Son tercos. Lo único cierto es que la filosofía es asequible por todos. La argumentación válida es accesible a todos. Un científico es un filósofo. Un niño pequeño es filósofo. Una criada es filósofa. Sólo basta algo de curiosidad, y aspirar a saber.

A uno que le reprochó: «Te dedicas a la filosofía y nada sabes», le respondió: «Aspiro a saber, y eso es justamente la filosofía»

Sobre Diógenes el Cínico.

~ por Juancho H. en May 4, 2009.

10 respuestas to “Filosofía”

  1. Te faltó hablar del otro tipo de filósofos, de los que más que enseñar esperan aprender de todo lo que ven y de todas las personas que conocen, de los que desean que la filosofía tenga más adeptos, de los que no se conforman con una cita de un personaje célebre sacada de contexto, de los que prefieren obtener sus propias citas a partir de sus conclusiones… 🙂

    • ¡Hola, Rachel! Bienvenida a la lámpara. ¡Me alegra que al fin me comentes!

      Pues sí. Ese tipo de filósofos que mencionas es al que todo hombre y mujer debería aspirar a ser. Como ya dije, sólo falta curiosidad y aspirar a saber.

      Un abrazo.

  2. Me ha gustado mucho esta «democratización» de la filosofía.
    Eso sí, te agradecería que te compadecieras con esa gran minoría que somos los miopes, y aumentaras un poquito el tipo de letra. No veas qué trabajo me cuesta leer tu blog.

    • Hola, Jesus; bienvenido a la lampara de Diogenes. Te pido excusas por la tardanza de mi respuesta y por la ausencia descarada de ortografia en mi respuesta, pues estoy escribiendo desde un teclado extranjero y no tiene tildes…

      Mas que una democratizacion, pretendo quitar ese aire de exclusividad que existe hoy dia en el tratamiento filosofico. La filosofia de por si es de naturaleza muy sencilla y hay que desmitificar ciertas afirmaciones que existen en torno a eso.

      En cuanto a lo de la letra pido disculpas; prometo encargarme de eso lo mas pronto posible.

      Un saludo!

  3. Juanchoh, tampoco nos quites toda toda la exclusividad, que igual somos poquitos los que nos licenciamos cada año en ese saber tan alto que es la filosofía… por algo será… jajaja 🙂

    • Hola de nuevo, Rachel. Por supuesto, yo no critico a los que estudian Filosofía, y me parece que las personas que entran a esa carrera se preparan para recibir herramientas que les permiten acceder al conocimiento. Sinceramente creo que el término «filósofo» les queda corto a los que entran a estudiar esta carrera universitaria. Obviamente no se me ocurre un término adecuado en este momento…

      Mi crítica va encaminada hacia aquellos que le dan a su saber «filosófico» (que en realidad es basado en la argumentación metafísica) un aire de superioridad desagradable. Lo superponen al conocimiento científico y a sus procedimientos.

      Bien, pero creo que próximamente hablaré más de eso de manera más específica.

  4. Cierto es, Juan. La filosofía debería ser materia obligatoria en el colegio desde pequeñitos, así se vería como algo más cercano 🙂

  5. Que gracia, esta última idea también se me ocurrió a mi, pero estudiando algo de psicología de la educación entendí que no se puede enseñar filosofía a un niño de 7 años igual que a un adulto. Aunque tengo alguna experiencia pedagógica que sugiere que sí se puede llegar a adaptar. Algo así como un desarrollo de los primeros pricípios de forma transversal o dentro del área de conocimiento del medio (no en vano uno de los objetivos del área es abrir horizontes de sentido para la vida, fomentar una cosmovisión abierta, optimista y realista). Tengo mi breve teoría al respecto.

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